En la novela “La mujer que llegaba a las seis” Gabriel García Márquez nos habla del cinismo y frialdad que una mujer dedicada a la prostitución muestra al asesinar a uno de sus clientes. No es clara la razón por la que la mujer asesina al hombre, pero en la trama se insinúa que en un momento sintió asco y repulsión de la vida a la que se dedicaba. Inmediatamente después de asesinar a su cliente, la mujer busca una inmediata solución para salir libre de toda culpabilidad buscando a su amigo José el dueño de fonda donde ella acostumbra desayunar después de atender a su último cliente. La mujer quien tiene por costumbre llegar a tomar desayuno a las seis de la mañana con sus amigo José, le insinúa que la ayude mintiendo y asegurando la hora en la que ella se encontraba con él. José quien vive enamorado de la mujer le insinúa que la ama pero que no está seguro si sería capaz de decir alguna mentira. La mujer un poco desilusionada al saber que tal vez no conseguiría nada de José, le dice que se irá muy lejos y abandonaría el oficio de la prostitución.
En la novela “La mujer que llegaba a las seis” es magnífica la forma que Gabriel García Márquez describe a los personajes, ya que les da una vida propia, describiendo su forma ordinaria de vivir la vida, en este caso el personaje de la mujer que asesina al hombre, no es la típica descripción del asesino como alguien oscuro y misterioso. En esta narración García Márquez nos describe a la asesina en una forma muy sutil, que en ciertos momentos se puede llegar a sentir simpatía por ella, ya que se concentra tanto en el personaje de ella, detallándola tanto que por un momento se olvida del delito que ha cometido. Tal vez sea que la novela es escrita de una manera en la que lector ve la situación desde los ojos de José el mesonero, que en cierta forma él lector más que juzgar a la mujer se vuelve confesor y hasta cierta forma cómplice, al no sentir ningún remordimiento por el hombre asesinado.